Hace años que dejó de ser una novedad que nos estamos enfrentando a uno de los problemas más graves y menos manejable en la producción agrícola, a nivel mundial: el cambio climático.
Expertos pronosticaban muchos de los problemas climáticos a los que hoy estamos enfrentados hacía bastante tiempo; problemas que afectan directamente la producción de alimentos y que según la FAO, constituyen una amenaza a la seguridad alimentaria a nivel mundial.
En el caso de Chile, hace algunos años se preveían cambios en los patrones climáticos tales como un aumento sostenido de la temperatura, cambio en el régimen de lluvias, falta de agua para el riego y modificaciones en el paisaje, debido al avance de las zonas áridas hacia la zona central del país. Problemas que no sólo significan mermas en la producción, sino que obligan, desde el punto de vista de la agricultura, a modificar el objetivo productivo de las localidades más afectadas con este cambio.
De esta forma, en el último tiempo nos hemos visto enfrentados a situaciones que están poniendo en jaque la producción agrícola. La sequía por ejemplo, que afecta a gran parte de la zona norte y centro norte del país, se ha extendido y las consecuencias de este déficit hídrico se están observando en la zona central. Según informan las autoridades y expertos en el tema, la situación se hace cada vez más crítica, situación que es posible demostrar observando los valles de la cuarta región, que han sido uno de los afectados con este escenario, teniendo pérdidas totales de producción debido a la falta de agua para riego.
El cambio en el régimen de precipitaciones es otro de los factores que a raíz del cambio climático, complican la producción de frutales caducos en la zona centro y centro-sur, al igual que en la temporada 2014-2015, esta temporada se esperan lluvias más desplazadas a salidas del invierno con frecuencia de estos eventos en primavera, situación que complica y aumenta la susceptibilidad de los frutales al ataque de enfermedades. Escenario complejo para los productores de cerezas, que sumado a las condiciones antes señalas se añade la baja cantidad de horas frio acumuladas a la fecha, situación que se asemeja bastante a la vivida el año 2012.
La cuestión es cómo enfrentar este gran problema, que cada día se va agravando. La respuesta a esta interrogante no es sencilla, se requiere de un conjunto de medidas dirigidas a mitigar los daños que hoy observamos en la agricultura, basadas en una mayor transferencia tecnológica que permita a los productores contar con las herramientas necesarias para tomar decisiones, acorde a los pronósticos climáticos, sugeridos para gran parte del país.
Dentro de las medidas que necesariamente se deben considerar, tales como la relocalización de huertos, el buscar las condiciones de clima óptimo para cada producción, la utilización de variedades más tolerantes a las altas temperaturas y optar por cultivos de bajo requerimiento hídrico. Todo lo anterior apunta a abrir la posibilidad de aumentar aquellos cultivos que siendo más sensibles a las heladas, responden de una mejor manera a los climas tropicales.
Por su parte, el manejo de plagas y enfermedades constituye otro factor a considerar, dado que el cambio climático también genera alteraciones en la distribución de las poblaciones de plagas y enfermedades, aumentando la incidencia de ellos en localidades donde antes no constituían un problema. Por ello el manejo integrado es una de las mejores formas de enfrentar esta situación.
Si bien se trata de un cambio que llegó para quedarse, y que no tiene solución, estamos a tiempo para hacernos cargo del desafío y tomar las medidas concreta, que nos permitirán a futuro enfrentar de la mejor manera posible cambios que en estos momentos generan una crisis en zona norte y centro-norte del país.
Por Héctor Tabilo
Encargado del Departamento de Fitopatología