El duraznero (Prunus persicae) y el nectarino (Prunus persicae var. Nectarina) son especies climactéricas (frutos que producen altos niveles de etileno, promoviendo la maduración, aún estando separados de la planta) que se cultivan en la mayoría de las zonas templadas del mundo. Pertenecen a la familia Rosaceae, y si bien el duraznero tiene su origen botánico en China, el del nectarín aún es desconocido.
A nuestro país fue introducido por los españoles, y ya en el siglo XVIII se observan escritos que hablan sobre la producción de duraznos entre Copiapó y el Bío- Bío. Hoy es posible encontrar huertos de duraznos y/o nectarines entre la II y IX región, con una superficie cultivada de 18.137 hectáreas (Odepa, 2014).
Si bien durazno y nectarín son dos frutos similares en caraterísticas botánicas, y prácticas de manejos, el nectarín se diferencia del durazno ya que no posee vellosidades en su piel. Cabe mencionar también que posee una mayor vida en poscosecha, sin embargo es mucho más suceptible a enfermedades y plagas, como lo son el oídio, la monilia y los trips (insectos responsables del “russet”).
Una de las características organolépticas de mayor importancia para el consumidor es el color que presenta el fruto a la hora de hacer la compra, por lo que los productores deben esforzarse por lograr cosechar el fruto con el color adecuado.
Si bien, cada variedad tiene sus color específico, en todas éstas el color está determinado por diferentes moléculas que se desarrollan al interior del fruto.
El color amarillo de la pulpa, se debe principalmente a carotenoides (pigmentos orgánicos de tipo lipídico que sintetizan de forma natural las plantas, algas y algunas clases de microorganismos, que tienen una función antioxidante, protectora de los radicales libres). La promoción de este color no requiere de la presencia de luz.
En cuanto a los pigmentos que otorga el color rojo a la piel y a la pulpa cercana al carozo, las responsables de otorgarlo son las antocianinas (pigmentos hidrosolubles que se hallan en las vacuolas de las células vegetales, y tienen múltiples funciones en las plantas como lo es la de protección de la radiación ultravioleta hasta la de atracción de insectos polinizadores.)
Para que estos frutos logren alcanzar de buena manera el color rojo, es indispensable la presencia de luz, lo que hace imprescindible utilizar técnicas como el deshoje algunos días previos a la cosecha, uso de films aluminizados y/o uso de aceites o promotores de color en duraznos y nectarines, con el fin de promover el color y lograr este atributo tan requerido por los consumidores.
La disponibilidad de luz es crítica para producir fruta de calidad. Generalmente, frutos bien expuestos al sol, son más rojos, más grandes y tienen más contenido de azúcar que aquellos sombreados. Por otro lado, la luz es importante para la producción de flores para la siguiente temporada.
La práctica de deshoje, semanas antes a la cosecha, es una técnica utilizada comunmente en estos huertos frutales. El deshoje consiste en la eliminación de hojas y follaje que cubre o sombrea los frutos, de con el fin de aumentar la incidencia de la luz solar sobre éstos.
Si bien es una práctica costosa, y donde se requiere una cantidad importante de mano de obra, permite mejorar la sanidad del huerto e incentivar el desarrollo de color en los frutos, logrando frutos de mejor tamaño, color y con mayor contenido de sólidos solubles.
En cuanto al uso de films aluminizados, varios reportes científicos han manifestado mejoras de color y calidad de la fruta al utilizar estos films en el piso de los huertos en la etapa de maduración de duraznos y nectarines. Ellos se basan en el simple principio de que la superficie metalizada funciona como un reflector solar, logrando que frutos de la parte inferior e interior del follaje del árbol logren una mayor radiación, mejorando su calidad, ya que de no tener este mecanismo, estarían sombreados.
Para tener un buen resultado con es uso de estos films, es necesario cumplir un par de recomendaciones:
- Limpiar el piso entre hileras, ya sea con un control químico y/o cortando las malezas existentes antes de aplicar el film, para evitar que las malezas lo rompan o perforen.
- Instalar el film dos a cuatro semanas antes de la cosecha, para lograr el color requerido y dejarlo el tiempo que más pueda cercano al otoño, ojalá hasta que caigan las hojas, ya que ayuda a la concentración de hidratos de carbono en el árbol.
- Instalar el film en el centro de las hileras, equidistante de los troncos de ambos lados, con el fin de lograr una reflección lo más pareja posible. (Layne, D y Rushing, J).
Cabe destacar que el uso de films da buenos resultados en la mejora del color de los frutos, y a su vez, tiene una serie de beneficios como lo son frutos más grandes, cosechas más abundantes y más tempranas, aumento en uniformidad de calidad de la fruta en el árbol, reducción de “pasadas” de cosecha, etc., lo que lo pone como una buena alternativa a la hora de evaluar su uso en el predio.
Por último, el uso aceites o promotores de color en estos frutos cada día es más utilizado. Hoy se encuentran disponbiles una gran gama de productos en el mercado, muchos de origen orgánicos, que tienen un efecto importante sobre la tasa fotosintética de los árboles. Éstos aumentan la respiración de la planta, acumulando internamente dióxido de carbono, lo que conlleva a una sobre estimulación de la coloración de la piel de los frutos, acumulación de reservas, entre otros, y ofrecen beneficios como adelanto en la maduración comercial un par de días o semanas, uniformidad en el color y mayor firmeza del fruto, entre otros.
En conclusión, existen diferentes alternativas en el mercado para lograr frutos de calidad, con un color atractivo para los consumidores. Ahora basta evaluar las alternativas, y ver los requerimeintos de cada predio, con el fin de obtener mayores retornos, al producir fruta con mejores caraterísticas comerciales.